CENTRO DE DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO

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lunes, 26 de mayo de 2014

La inapetencia sexual


El problema de la ínapetencia sexual no ha sido
estudiado hasta el momento actual de una manera ais-
lada, sino vinculado a otros trastornos sexuales. Sólo en
el terreno sociológico se han realizado investigaciones en
las que se ha visto la relación de la apetencia sexual en
función de las diversas culturas.
También se han hecho estudios comparativos del ins-
tinto sexual entre las distintas especies animales, tanto
en cuanto al origen biológico como a sus formas de mani-
festación (maneras de atracción macho-hembra, cortejeo
y relación sexual plena), y su comparación con la especie
humana.
Para aclarar conceptos, es necesario definir lo que se
entiende por inapetencia sexual, que equivale a decir que
es una inhibición total o parcial del deseo sexual: total
cuando abarca toda la vida hasta un momento dado de un
individuo, y parcial si se da solamente en algunos mo-
mentos de la curva vital.
Esta inhibición del deseo sexual puede abarcar otros
patrones diferenciales además de la totalidad o parciali-
dad. Dependiendo de las relaciones interpersonales, se
habla de ínapetencia a todas las personas o ínapetencia a
determinados grupos de individuos que pueden llegar a
ser uno solo. La inhibición del apetito sexual también
puede ser reactiva a determinadas circunstancias ambien-
tales, por ejemplo, la inexistencia de intimidad.
Desde el punto de vista médico, esta inapetencia no se
consideraría siempre patológica, sino en función de cada
sujeto dentro de su entorno cultural. Así, una persona de
edad media que carezca de estímulos sexuales por tener
un stress constante (por ejemplo, un período de oposi-
ciones) durante una época de su curva vital, seria normal
que no tuviera apetencias sexuales. En cambio puede
considerarse patológico el caso de un individuo que, go-
zando de un ambiente favorecedor del despertar de su
deseo, es decir, rodeado de bienestar y relajo, no mani-
festara conductas que tendieran a satisfacer sus apeten-
cias sexuales.
Además, en este problema es necesario tener en
cuenta otros factores importantes como la edad, la ocu-
pación, las valoraciones de cada uno sobre la intensidad
de sus deseos sexuales y la frecuencia de éstos, el cono-
cimiento delas normas de su conducta, el contexto am-
biental de la vida de la persona y de la diferenciación
sexual, etc.
Tal como veremos en otro apartado, el apetito sexual
tiene distintas características, tanto de cantidad como de
calidad a lo largo de la vida: un joven puede despertar
sus apetitos sexuales al visualizar una escena que no ero-
tizaría a una persona de cuarenta años. Una persona plu-
riempleada no puede tener un deseo sexual excesivo.
También hay que pensar que cada uno se percibe a sí
mismo de distinta manera y entiende de forma diferente
cuál debe ser la intensidad y la frecuencia de las relacio-
nes sexuales. Hay que tener en cuenta también la impor-
tancia de la formación en material sexual que ha recibido
la persona, porque esto configura las normas que el su-
jeto adquiere. Asimismo el ambiente influye sobremanera
en las perspectivas sexuales de un sujeto.
La frecuencia estadística con que aparece la inapeten-
cia sexual no se conoce, pero se sabe que la prevalencia
es más alta en la mujer que en el hombre. En éste, el
deseo puede verse influenciado por factores sociales ta-
les como la inmigración o el trabajo; la mujer está más
influenciada por su percepción acerca de la dominación,
de quién toma las decisiones, de los afectos y de las cos-
tumbres hogareñas.
Generalmente, una alteración en el apetito sexual se
asocia con otras disfunciones sexuales; en sus causas po-
cas veces se suelen hacer manifiestas, pero siempre es
preciso investigar, alguna anomalía orgánica que cree el
trastorno. Más tarde veremos que la mayoría de las ve-
ces esta inhibición está relacionada con problemas psico-
lógicos y socio-culturales.
Evolución histórica
En la antigüedad se insistía en un aspecto fundamental:
la valoración práctica del amor con una gran libertad y
naturalidad en lo que se refiere a las relaciones sexuales.
En este despertar de la humanidad, prácticamente no
existía 1a inapetencia sexual, porque no se planteaban el
problema. En la cultura griega se desarrolló una práctica
y una filosofía del placer (lo que ahora llamamos heno-
dismo) que se centraba en una gran apreciación del pro-
pio cuerpo que favorecía el deseo sexual, pero que no
siempre podía conducir a satisfacerlo de la manera más
consecuente. No se puede pensar que todos los griegos
lograran satisfacer todas sus tendencias, dado el perfec-
cionismo de sus cánones de belleza, plasmados modéli-
camente en el cuerpo joven y desnudo. Hemos de resal-
tar el gran valor que tenía entonces la mujer junto con los
efebos (hombre joven y guapo), en cuanto a sus dimen-
siones eróticas.
En la misma Grecia se establecerán, muchos años más
tarde, unas órdenes patriarcales y unas normas y, tabúes
sobre las relaciones sexuales que empezarán a poner so-
bre el tapete la cuestión de la apetencia sexual. La mujer
no sólo se valorará como sujeto del Eros, sino que ya
será diferente de la mujer-madre protectora de sus hijos y
fiel al marido. Esta diferenciación plantearía la reestruc-
turación de la apetencia sexual. «El caos tendría que al-
ternar con el orden».
En las culturas mediterráneas encontramos que la mu-
jer se ofrece a los extranjeros como intercambio sagrado.
El cristianismo, el islamismo o el judaísmo entierran más
tarde esta vieja hospitalidad, trayendo el velo, la margi-
nación y la reclusión fisica para la mujer. Como vemos,
en estas religiones la hembra debe ser preservada de la
mayoría de los habitantes que son sospechosos de aten-
tar contra la propiedad personal. Las relaciones sexuales
pasan de ser algo natural a ser algo pecaminoso que se ha
de ocultar. Aquí aparecen los orígenes de la inapetencia
sexual.
En el Occidente medieval ya se instauran las deriva-
ciones con que se entrará en la Edad Moderna y se va a
producir una fijación institucional de carácter dominan-
temente patriarcalista; vemos cómo las herencias de los
bienes se establecen por las legitimidades según el sexo
(varones como cabeza de familia en detrimento de las
mujeres, a las que se restringe su capacidad de heredar),
y según la edad (mayoría de edad, que se relaciona fre-
cuentemente con la madurez). Otra de las estructuras bá-
sicas de la posición privada que aparece en este tiempo
—la casa—; se observa que organiza la vida del linaje al
que pertenece, y no sólo la vida social sino también la
vida sexual de sus habitantes.
La monarquía, en su conformación a lo largo de la
Edad Media y Moderna, daría una síntesis de esta estruc-
turación delos sexos, edades y territorios y de sus corre-
laciones (al respecto no tenemos más que recordar los
textos de la historia de España, en los que los reyes des-
cansaban en su producción de hijos para la reproducción
de sus sistemas de gobierno), preferente y a veces exclu-
sivamente varones.

1 comentario:

  1. Todavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, me llamo Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otro seguí buscando un cura incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. No podía creerlo al principio, pero también mi conmoción después de la administración de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy tan feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un mejor entorno, póngase en contacto con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com, también puede llamar o WhatsApp +2348052394128

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