Según Kinsey, todo el cuerpo tiene capacidad erógena, que se manifiesta a través del sistema nervioso. El cerebro recibe los impulsos de los órganos sensoriales y tanto aquél como éstos son imprescindibles para las sensaciones sexuales. Si desconectamos el cerebro de los órganos genitales como ocurre cuando hay una sección total de la médula espinal comprobaremos cómo queda anulada toda sensación de placer sexual, por muy bien que funcionen dichos órganos. Y viceversa: el cerebro, que por sí solo puede crear actividad sexual como ocurre en los sueños y en las poluciones nocturnas, necesita de los órganos genitales para poder manifestarla, si bien puede prescindir de ellos para su sensación placentera. El cerebro puede, incluso, anular psíquicamente un estímulo físico producido en los genitales inhibiendo, por ejemplo, su fantasía sexual para impedir así una eyaculación precoz.
Así, pues, el parapléjico (persona paralítica de la cintura para abajo, por una sección medular o por otras causas) generalmente consigue eyaculaciones, aunque no obtiene placer de éstas. ‘ >
Los estímulos externos alcanzan los órganos sensoria les y en las terminaciones nerviosas de éstos se producen luego‘ unos impulsos bioeléctricos que recorren los nervios hasta llegar a la médula o directamente al cerebro.
Cuando los estímulos sexuales son táctiles, alcanzan las terminaciones nerviosas de la piel y producen los impulsos bioeléctricos que recorrerán los nervios raquídeos para llegar a la médula espinal —*concretamente a la zona lumbar cuando se estimula la piel de los genitales—; a partir de aquí van por dos caminos: uno que llega directamente al cerebro para informar del estímulo y elaborar respuestas psicofísicas complejas y otro que sale inmediatamente de la médula para producir, al llegar a la zona estimulada, una respuesta inconsciente refleja y rápida.
Así, pues, el parapléjico (persona paralítica de la cintura para abajo, por una sección medular o por otras causas) generalmente consigue eyaculaciones, aunque no obtiene placer de éstas. ‘ >
Los estímulos sexuales no táctiles —vista, oído, olfato y gusto—— llegan directamente al cerebro produciendo una respuesta en cualquier zona del cuerpo. Cuando se añaden las percepciones táctiles a las no táctiles se produce un aumento en la percepción de todas. Asi, por ejemplo, en el sexo se incrementan el placer y la excitación si además de tocar‘ los seno, los estamos contemplando. Van der Velde (1926) recomienda mezclar en el beso los sentidos del tacto, del gusto y del olfato.
No termina aqui el papel del sistema nervioso sino que, gracias a una parte especializada del mismo —el sistema nervioso autónomo o involuntario-— conseguimos obtener modificaciones adecuadas en nuestros genitales para facilitar la realización del acto sexual, como puede ser la lubricación de la vagina y del pene, además de modificaciones generales, como el aumento del pulso, del ritmo respiratorio y otras.
La vista Si no partimos de un primer estímulo sexual, no sería fácil desencadenar el proceso de pensamientos sexuales